Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
sábado, 18 de febrero de 2017
Mensaje de María Santísima

(María Santísima): Queridos hijos, hoy os invito a todos a imitar a mi hijita Bernardita en su amor profundo y perfecto por el Señor y por mí. Imitad su amor hecho de obras y no de apariencia.
Sí, Mi hijita Bernadette comprendió que lo que Yo quería era un amor real y no de apariencia, una obediencia real y no de apariencia. Por eso, Ella siempre Me obedeció en todo, aunque para Ella supusiera sufrimiento, persecución e incluso poner en peligro su propia vida.
Sí, Ella no tuvo miedo de perder su vida por amor a Mí y así encontró la vida, la vida eterna. Ella dejó con alegría todo lo que podía tener en el mundo por amor a Mí, para vivir una vida de consagración total, oración y obediencia a Mí.
Por eso en el Cielo le fueron dados todos los bienes eternos. Y todo su amor, todas sus obras de amor fueron recompensadas al ciento por uno.
Sí, imitad a Mi hijita Bernadette, en esta su donación total a Mí y al Señor. No tengáis miedo de perder la vida por amor a Mí. No tengáis miedo de perder todas las cosas que podáis tener en el mundo por amor a Mí, porque encontraréis en la vida eterna la recompensa de todo esto.
Sí, hijos Míos, encontraréis todas estas obras, todos los sacrificios que hagáis por Mí, transformados en coronas de gran gloria que brillarán eternamente en vuestras cabezas durante los siglos venideros.
Imitad a Mi hijita Bernadette en su vida de oración profunda, en su vida de comunión total con Dios. Sí, ella estaba siempre en comunión con Dios a través de una profunda y verdadera vida de oración.
Sin oración nadie puede unirse a Dios. Sin unión con Dios nadie puede tener verdadera vida en Dios y nadie puede tener a Dios viviendo en él. Y si Dios no vive en ti, no puedes producir ningún fruto de santidad.
Por eso la oración es esencial, indispensable y condición de la salvación y la santificación. Si queréis salvaros, si queréis ser santos, rezad mucho.
Imitad a mi hijita Bernadette en su espíritu de total esclavitud a mí. Yo le enseñé a ser una verdadera esclava de amor a Mi Corazón y ella aprendió esta verdadera esclavitud viviéndola cada día de su vida en espíritu de verdadero amor, obediencia, sumisión y entrega confiada de su vida a Mis Manos.
Imitadla en esta entrega total dándolo todo por todo y amor por amor. Y sobre todo, jóvenes, imitad a Mi hijita Bernadette en su «sí» y en su entrega total a Mí, porque así se convertirán verdaderamente en llamas incesantes de amor.
Rezad cada día Mi Rosario como rezaba Mi hijita Bernadette y también vosotros os transformaréis en llamas incesantes de amor por el Señor y por Mí como ella, y vuestra vida se transformará en un canto de amor como Ella.
A todos bendigo ahora Lourdes, Nevers y Jacareí».
MENSAJE De Santa Bernadette Al Sr. Carloss TADEU
«Amado hermano Carlos Tadeu, hoy, Yo Bernadette, vengo del Cielo para darte mi primer Mensaje.
¡Te amo, te amo mucho! ¡Te amo con todo mi amor! Estoy siempre a tu lado para protegerte, para guardarte, para llevarte cada vez más lejos en el camino de la santidad.
Ahora ha llegado el momento de volar más alto, de subir más alto en este camino. Y para ello, quiero enseñarte Mi camino de santidad, que fue el camino del amor, el camino de la humillación, el camino de la obediencia.
Mi santidad fue el camino del amor y el vuestro debe ser también el camino del amor. Por tanto, debes seguir cada día el camino del amor ensanchando cada vez más tu corazón por la Madre de Dios, haciendo siempre algún sacrificio nuevo, alguna oración, algún acto de amor nuevo por ella, para que puedas ensanchar realmente cada día más tu corazón para recibir la llama de amor de la Madre de Dios en tu corazón.
Cada día debes, querido hermano, entrar más profundamente en la oración hasta el punto de abstraerte de todo, es decir, olvidar todo lo demás que te rodea y pensar sólo en María y vivir sólo para María.
Y luego, después de salir de la oración, debes cumplir todos tus deberes temporales con el mismo espíritu de amor hacia Ella, es decir, haciéndolo todo en unión con Ella, todo en su espíritu, todo para su mayor gloria y para el Triunfo de su Corazón.
Entonces debes seguir el camino de la humillación, que significa reconocerte como nada, como el polvo de la tierra, como inútil para todo y completamente dependiente de María incluso para persignarte.
Debes considerarte como la bestia más vil de la tierra y así no confiarás en ti mismo, sino sólo en Ella, como hice yo. Y entonces, tu fuerza será su fuerza, tu fortaleza será la suya, tu defensa será la suya. Y la luz que iluminará tu alma y tu corazón será Su propia luz.
Debes seguir este camino de humillación huyendo como yo de los honores, vanidades y glorias de este mundo para vivir una vida de oración, de amor total a Ella, de unión con Ella. Una vida que para el mundo no es vida, sino que es ya morir en vida. Vida que para los mundanos es considerada una pérdida, una locura.
Pero es precisamente en esta locura de amor donde encontrarás la vida, la vida plena en abundancia, la vida llena de paz, de amor, de gracias, de bendiciones, de Sus luces. Y entonces encontrarás verdaderamente todas sus gracias, todas sus bendiciones y todo su amor por ti.
Debes seguir el camino de la obediencia, esa obediencia que Yo tuve por Ella, que fue la obediencia que modeló Mi alma y la hizo fuerte, incluso inquebrantable en la obediencia a la Madre de Dios y al Señor.
Esta obediencia que cada día ordenaba Mi alma con las piedras más preciosas y bellas para alegrar el Corazón del Señor y de la Madre de Dios.
Esta obediencia que hizo que cada día Mi alma fuera como una torre fuerte que el demonio, que el mundo, que las tentaciones no pudieron sacudir ni derribar.
Y así también, si sigues el camino de la obediencia a la Madre de Dios como yo, tu alma será fuerte y nada podrá derribarla.
Para tener esta obediencia es necesario, mi amado hermano, amar a la Santísima Virgen más que a todo, más que a tu vida, más que a la más amada, ponerla en primer lugar, morir por ti mismo, despreciar cada día tu voluntad, tu voluntad, para hacer sólo su voluntad. Para que puedas configurarte mejor con Ella, es decir, para parecerte a Ella en su total y completa obediencia a Dios.
Yo hice esto, entré en el molde del Corazón Inmaculado de María y salí de él transformado en una copia fiel de Ella. Debes hacer lo mismo con tu oración profunda, con el ejercicio continuo y cotidiano de morir cada día por ti mismo y por tu voluntad y hacer la voluntad de la Madre del Señor.
Esto no se hace fácilmente, por lo que Yo estaré aquí todos los días de tu vida para ayudarte, para conducirte a esta obediencia completa y total que se parecerá no sólo a la Madre de Dios, sino también a Mí. Y entonces tu alma se convertirá verdaderamente en una llama incesante de amor como Yo.
Yo, Bernadette, te quiero mucho. ¡Y nunca, nunca te abandono! Cuando rezas el Rosario, desciendo rápidamente del Cielo para recoger tus Avemarías y llevárselas a la Madre de Dios, para que derrame sobre ti copiosamente sus gracias.
Sí, estoy contigo en todo momento, siempre pongo mi mano sobre tu cabeza cuando rezas el Rosario y siempre te cubro con mi manto luminoso para protegerte y defenderte.
Tengo la misión de enseñarte la santidad humillada, la santidad obediente, la santidad amorosa. Por eso vendré siempre, vendré regularmente para daros mensajes y guiaros.
Y ahora realmente quiero decírtelo y revelártelo: Sí amado hermano, junto con los otros santos protectores te fui dada por la Madre de Dios para protegerte, guiarte y guardarte. Y en las Apariciones de Lourdes la Madre de Dios me hizo conocer la existencia de nuestro amado Marcos.
Sí, lo vi, Ella me lo reveló y me dijo que sería él quien haría resplandecer la gloria de Sus Apariciones en Lourdes por toda la tierra y todas las almas conocerían y comprenderían por fin la grandeza del Mensaje y de las Apariciones de Lourdes.
Sí, y también, cuando llegué al Cielo supe por obra de Dios que tú serías el padre espiritual de nuestro querido Marcos. Desde entonces, he rezado por él y por ti, para que puedas ayudarle, ayudarle en su misión de hacer que la Madre de Dios en todas sus Apariciones sea conocida, amada y obedecida por todos.
Ayúdale en la ardua misión que tiene de llevar a tantas almas de tantas lenguas y naciones diferentes a conocerla, a amarla, a comprender lo que Ella quiere, a entender Sus Mensajes y a obedecer esos Mensajes con el corazón.
Su misión es ardua, dura, la cruz siempre ha sido y siempre será pesada. Y por eso tú serás para siempre su Cirineo Simón.
Y no sólo eso, juntos, los dos llevarán realmente a muchas almas a comprender lo que la Madre de Dios pide en Sus Mensajes y harán que muchas almas entren en esta Escuela de Santidad y Oración que la Madre de Dios vino a hacer aquí.
Y entonces, verdaderamente, un pueblo santo para el Señor, para la Madre de Dios será levantado por vosotros y lo guiaréis al Triunfo de la Madre de Dios a los nuevos Cielos y a la Nueva Tierra en medio de este tiempo difícil de gran apostasía.
Sí, tú amado hermano debes sostener los brazos de nuestro amado Marcos, para que rece de verdad por el pueblo, sostenga los castigos que el pueblo merece por sus pecados. Y él pueda seguir conduciendo al pueblo de Dios a la gran victoria como fue en el Antiguo Testamento con Josué, con Moisés, con Aarón, con el pueblo de Dios.
Así que amado hermano, sigue adelante con tu misión, intentando siempre comprenderle y ver que además de ser vidente de la Virgen es tu hijo el que te necesita, el que necesita tu apoyo, comprensión, amor, presencia. Y, sobre todo, tu llama de amor para calentar su corazón, para consolarlo en la batalla y ser para él una fuente de aliento, de apoyo, de refugio.
Yo, Bernadette, también seré tu apoyo, tu aliento, tu refugio. Y siempre seré tu defensora en el cielo y en la tierra en todas las batallas que tengas que librar.
Hoy con gran amor te miro y desde este lugar sagrado te envío mi bendición desde Lourdes, Nevers y Jacareí.
Rezad mi Rosario todos los jueves, por él os daré todas las gracias que me pidáis.
Paz, amados hermanos, os dejo mi paz».
(Santa Bernadette): «Queridos hermanos y hermanas, no podía irme con la Madre de Dios sin deciros una palabra: ¡Os quiero mucho! Rezo por vosotros todos los días, rezo por todos los peregrinos de este lugar bendito que es mi segundo Lourdes.
Sí, aquí me siento feliz junto a la Madre de Dios. Me siento muy feliz de ver que el Mensaje que Ella me dio en Lourdes, aquí, fue verdaderamente difundido apasionadamente por nuestro amado Marcos al mundo entero.
Sí, en los Rosarios Meditados, en los Cenáculos, en las Horas de Oración, en las Películas que hizo de Lourdes, en el Rosario que compuso sobre Mi vida para Mí. Verdaderamente, el Mensaje de la Señora de Lourdes, el Mensaje de Mi Señora es verdaderamente difundido, es difundido, es comprendido, es vivido por todas las personas.
Y eso es lo que siempre quise, eso es lo que siempre intenté hacer, pero no podía porque no me dejaban. Y ahora nuestro querido Marcos lo ha hecho verdaderamente bien, brillante y extraordinariamente bien.
Y el Mensaje que la Inmaculada Concepción, Nuestra Santísima Reina, me dio en Lourdes es ahora conocido, es obedecido por tantos miles y millones de almas en todo el mundo. Es tu misión ayudar a que este Mensaje termine donde no terminó. Para que más almas conozcan este Mensaje, breve, sencillo pero profundo: de penitencia, de oración, de conversión, de amor a Dios.
Porque el Mensaje de la Madre de Dios para mí en Lourdes es el Mensaje del amor a Dios.
¡Penitencia, penitencia, penitencia! me dijo. En otras palabras: ¡No ofendas más a Dios con tus pecados! ¡No le hagas sudar más, no hieras más a mi hijo Jesús, no le vuelvas a clavar en la cruz! ¡Amadle con una vida santa y llena de oración!
Eso es lo que me pidió la Madre de Dios en la cueva y eso es lo que debéis decir al mundo entero: Qué penitencia es no herir a Dios con tus pecados. Penitencia es amar a Dios con una vida santa. Penitencia es intentar cada día ser mejor y no herir más al Sagrado Corazón de Jesús.
Si haces esto vivirás el Mensaje de Lourdes y triunfará el Corazón Inmaculado de la Inmaculada. Aquí en esta Aparición de Jacari, la madre de Dios vino a resucitar todas sus Apariciones, a desenterrarlas todas, y finalmente a hacer realidad Sus planes con el triunfo de Su Corazón Inmaculado.
Y mi amado Marcos, que es la continuación de mi vida en la tierra, lo hará brillantemente. Y todos debéis ayudar, porque ésta es la voluntad de Dios para vosotros. Así como aquellos que me hicieron sufrir no fueron perdonados sin hacer antes una gran penitencia.
Los que te hacen sufrir obstaculizándote en tu misión no serán perdonados sin hacer antes una gran penitencia. E incluso muchos serán castigados si intentan estropear el plan de la Madre de Dios aquí, igual que fueron castigados muchos que también intentaron destruir Lourdes.
Por tanto, mis amados hermanos, no os arriesguéis a provocar la ira del buen Dios cometiendo estos pecados que les hacen merecedores del Castigo en esta vida y en la otra. Sino más bien, ayudad aquí al plan de salvación de la Madre de Dios, para que realmente se cumpla y muchas almas se salven a través de vosotros.
Sí, amo este lugar y aquí, en este Mi segundo y pequeño Lourdes, con la Madre de Dios hago siempre maravillas, estoy siempre dispuesta a ayudar, socorrer y apoyar a todos los que aquí me piden ayuda.
Rezad el Rosario todos los días, porque el Rosario fue mi escalera luminosa al Cielo. Fue la oración que me hizo fuerte, prudente, templada, justa, que me hizo sabia, que me hizo arder verdaderamente con la llama del amor de la Madre de Dios.
¡Oh, sí! Sentí esta llama de amor y ardí de verdad, ardiendo en esta llama día y noche. Sí, esta llama en algunos momentos casi me quitaba la vida si la Madre de Dios por un milagro no me sostenía, no me guardaba.
Y el Rosario ha sido siempre el combustible divino, el combustible celestial, que hacía que esta llama ardiera y ardiera cada vez más en mi corazón. Por eso caminaba siempre Conmigo con el Santo Rosario. Y siempre que mis obligaciones Me lo permitían lo rezaba ardientemente, ardientemente.
También repetía muchas veces durante el día los actos de amor que continuaban todo el día los efectos del Santo Rosario en Mí. Así crecía cada día más en el verdadero amor y unión con Dios y con mi Santísima Reina, hasta que verdaderamente esta ardiente llama de amor me arrancó de la tierra y me llevó al cielo.
Muchos pensaron que morí sólo de tuberculosis. No, también morí de amor. Fue el amor lo que me hizo aceptar aquella cruel enfermedad y ofrecerla continuamente a Dios como sacrificio por la salvación de las almas de mis hermanos y hermanas más pecadores.
Y esa llama de amor creció tanto, tanto en Mí, hasta que mi alma ya no pudo vivir aquí en la Tierra, sino que fue completamente consumida y llevada al Cielo.
Sí, esa llama aliada a los sufrimientos que la hacían arder más en Mí, fue consumiendo en Mí todo lo que era terrestre, todo lo que era humano. Finalmente, mi alma se transfiguró en las llamas del amor divino y se elevó rápidamente al Cielo para seguir amando a Dios y a mi Santísima Madre aún más intensamente.
Si vosotros también rezáis el Rosario, los actos de amor y ensancháis cada día vuestros corazones para nuevos sacrificios, oraciones y obras de amor. Vosotros también creceréis como yo en esta llama de amor hasta que un día, cuando alcance su cumbre, las almas de vosotros consumidas por esta llama volarán también al cielo para amar a Dios y a nuestra Santísima Reina durante los siglos venideros.
Esta llama consumirá en vosotros todo lo que es terrenal, todo lo que es mundano, todo lo que es incluso humano. Y entonces, cuando estéis completamente transfigurados, completamente transformados en esta llama de amor puro, en transformación pura, volaréis verdaderamente como un rayo hacia el Cielo.
Y allí juntos amaréis y alabaréis a Dios y a nuestra Santísima Madre conmigo en un fuego místico de amor para siempre.
A todos bendigo hoy con amor y especialmente a nuestro querido Marcos que aquí hizo tanto por Lourdes, hizo tanto por el Mensaje, que mi Madre Santísima me dio en Lourdes, hizo tanto por mí, haciéndonos más conocidos, amados por todos.
Aquí, en este nuevo y pequeño Lourdes mío, me siento como en la Gruta de Lourdes, me siento como en Mi pequeño Cielo.
A Aquel que es el mayor servidor de la Señora de Lourdes, el cazador de almas. A Aquel que es Nuestra incesante llama de amor y a todos vosotros os bendigo con amor ahora desde Lourdes, desde Mi cuerpo incorrupto en Nevers y desde Jacareí».
Orígenes:
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