Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania

 

sábado, 25 de marzo de 2017

Fiesta de la Inmaculada Concepción.

Nuestra Señora habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V. a través de su voluntaria, obediente y humilde instrumento e hija Ana.

 

Hoy hemos celebrado la gran fiesta de la Madre de Dios, María, Concepción, con una digna Santa Misa Sacrificial según Pío V. La decoración floral del altar de María era especialmente festiva. Los ángeles entraban y salían durante la Santa Misa Sacrificial y también se agrupaban en torno al sagrario para adorar al Santísimo Sacramento.

Hoy hablará Nuestra Señora: Yo, vuestra querida Madre Santísima, hablo hoy, en Mi fiesta especial, a través de Mi instrumento e hija Ana, dispuesta, obediente y humilde, que está totalmente en la voluntad del Padre Celestial y hoy repite sólo palabras que vienen de Mí.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén.

Hoy, 25 de marzo de 2017, celebramos la gran Fiesta de Mi concepción. Es también la fiesta de la redención de toda la humanidad. No todos han aceptado la gracia de la redención de Mi Hijo Jesucristo.

Esta salvación se ofrece a todos los hombres. La humanidad puede aceptar esta gracia como un don. Algunos creyentes de hoy están dispuestos a aceptar este don, lo que significa que también aceptan la cruz y el sufrimiento y están dispuestos a llevarlo a cabo.

Al mismo tiempo, la humanidad también está dispuesta a aceptar el sacrificio de la cruz como sacrificio de amor. Don también significa tarea, Mis amados hijos. Por eso Yo, vuestra amada Madre, tuve que soportar el mayor sufrimiento. He soportado el sacrificio de Mi Hijo en la cruz como Madre del Redentor. Tuve que contemplar cuando crucificaron a Mi Hijo, el Hijo de Dios.

¿Podéis imaginar lo que esto significó para Mí, Mis amados, el gran sacrificio que hice con esto para toda la humanidad? No, no podéis imaginarlo, porque sólo he podido soportarlo a través del Poder Divino.

Especialmente se reveló el amor que había en Mí. El amor que vino sobre Mí en este gran día, porque el Espíritu Santo me cubrió cuando el Hijo de Dios se hizo hombre en Mí.

Me encontré en un éxtasis especial durante este saludo del ángel. Respondí al saludo del ángel con las palabras: «Sí, soy la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». Con este saludo, surgió un tremendo regocijo en el cielo. Fue algo extraordinario: no algo humano, sino algo celestial lo que tuvo lugar.

Por eso, amados Míos, no podéis imaginar en toda su fuerza lo que realmente ocurrió. En aquel momento en que el Espíritu Santo Me cubrió con su sombra, dije Mi Sí intenso. El sí al Padre fue también el sí a toda la obra de redención de la humanidad. Por eso vosotros, Mis amados hijos, habéis sido todos redimidos. Por eso podéis celebrar esta fiesta con especial reverencia.

Dejad que la gratitud desborde vuestros corazones para que viváis en esta gratitud, pues Yo os he pedido y sacrificado este don.

Por tanto, aceptad también de buen grado estos sacrificios que se os exigen. Estas víctimas seguirán siendo víctimas del amor. Por amor acéptalas. Aceptad las cruces que se os dan y continuad agradecidos. No son víctimas de la tortura, sino del amor. Las cruces son para vosotros por amor. Y este amor se lo demostraréis al Padre Celestial, especialmente en estos tiempos. Recordad siempre que Yo, como vuestra queridísima Madre, he hecho los mayores sacrificios y he tenido que soportar los mayores sufrimientos.

Si entonces miráis Mi cruz y la cruz del Salvador, aprenderéis a amar vuestras cruces. Deseo eso de todos vosotros.

Que la gratitud brille en toda vuestra vida. El amor en vuestros corazones será decisivo. Por eso, celebrad hoy este día especial y dad gracias a todo el cielo por este don, porque vosotros, Mis amados, reconocéis el don.

Vivís la verdad. Mucha gente hoy no reconoce este gran don. Tampoco quieren reconocerlo, porque tendrían que cambiar en muchas cosas.

Yo, vuestra queridísima madre, fui concebida ilesa en el vientre de Mi Santa Madre Ana. Por eso he podido llevar intacta toda mi vida. Fui liberada del pecado original y os precedí a todos en el sacrificio de la cruz. Por eso, bajo la cruz de Mi Hijo pude soportar Su sufrimiento como Corredentora. De lo contrario, esto no habría sucedido.

Yo también miro la cruz que recibís y la llevo con vosotros. Si se te hace demasiado difícil, Yo estoy a tu lado en la cruz para que puedas llevarla. Llamaré a muchos ángeles para que vengan a ti. Incluso en el mayor sufrimiento de la cruz estoy a tu lado como Madre Celestial. Si una madre terrenal ya ha tenido que sufrir tanto, ¿cómo será mi sufrimiento celestial?

Por eso te doy las gracias en este día por todos los sufrimientos que has podido soportar hasta ahora.

Te bendigo con todos los ángeles y santos en la Trinidad, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Sé también bendecido con toda la hueste celestial!

Orígenes:

➥ anne-botschaften.de

➥ AnneBotschaften.JimdoSite.com

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