Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
sábado, 15 de abril de 2017
Sábado Santo, Vigilia Pascual.
El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V. a través de Su voluntarioso, obediente y humilde instrumento e hija Ana.

Hoy, 15 de abril de 2017, Sábado Santo en la Vigilia Pascual, hemos celebrado la Santa Misa Sacrificial según Pío V.
El altar del sacrificio estaba especialmente ricamente adornado con flores, al igual que el altar de María. En las rosas individuales vi perlas doradas y blancas. En el altar de María, las rosas de los cálices estaban decoradas con perlas rojas, blancas y doradas. Los ángeles entraban y salían durante la Santa Misa Sacrificial y se inclinaban una y otra vez ante el sagrario con el Santísimo Sacramento y gozaban del Señor Jesucristo Resucitado.
El Padre Celestial hablará hoy: Yo, el Padre Celestial, hablaré hoy en la Vigilia Pascual, a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está enteramente en Mi Voluntad y repite sólo palabras que vienen de Mí.
Amado pequeño rebaño, amados seguidores, amados creyentes y peregrinos de cerca y de lejos. Yo, el Padre Celestial, quiero deciros hoy que Mi Hijo Jesucristo ha resucitado verdaderamente. Con un corazón verdadero y profundo podéis disfrutar de esta resurrección y podéis sintonizar alegremente el Aleluya.
Yo, el Padre Celestial, me regocijo en vuestras almas, porque en ellas ha resucitado verdaderamente el Salvador. Se regocija en el amor que le mostráis. Ha aceptado vuestra prueba de amor. Porque habéis hecho muchos sacrificios en este último período de la Semana Santa, algunos sacerdotes han podido encontrar la voluntad de arrepentirse y se han vuelto atrás. No habéis podido ver a estos sacerdotes. Pero el Padre Celestial quiere confirmaros que estos sacerdotes estaban dispuestos a arrepentirse. He obrado un milagro de amor en estos sacerdotes.
Mis queridos hijos, una gran alegría pascual se ha derramado en vuestros corazones. La oscuridad de la Semana Santa ha cedido. La luz entró en vuestra iglesia doméstica. Una luz brillante resplandeció y tú, hijita mía, pudiste ver claramente esta luz. Comenzó con un relámpago gigante. Entonces se inició una plaga de fuego en esta iglesia doméstica. Afortunadamente tú, hijita mía, has aceptado esta luz, porque has anhelado esta luz de resurrección. Vosotros, Mi amado pequeño rebaño, lo habéis asumido todo voluntariamente. Me gustaría agradeceros en esta Vigilia Pascual que hayáis perseverado y sacrificado todo por Mí, el Padre Celestial. No escatimasteis esfuerzos. La gratitud estaba en vuestros corazones y en vuestro sacrificio.
En esta santísima Vigilia Pascual la alegría ha entrado en vuestros corazones. La luz y la alegría la llevaréis también vosotros. Se reconocerá por vuestro resplandor que el amor y la alegría de la Vigilia Pascual se han derramado en vuestros corazones. Este amor irradia y continúa y también podrá agradar a muchas personas.
Esta gratitud que he recibido de tu alma continuará. Seguiréis irradiando amor y alegría y perduraréis aunque Mi Iglesia, la Iglesia de Mi Hijo, siga siendo destruida. Esta destrucción también será visible para vosotros, pero el amor no será quitado de vuestros corazones, sino que la gratitud y la alegría estarán en él.
Y así os bendigo ahora en esta alegría pascual, el Dios Trino, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar desde ahora y para siempre. Amén.
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