Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
domingo, 26 de febrero de 2017
Domingo Quinquagesima.
El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V. a través de Su voluntarioso, obediente y humilde instrumento e hija Ana.

Hoy hemos celebrado la Quincuagésima dominical en nuestra iglesia de Göttingen. Ha precedido una Santa Misa de Sacrificio en el Rito Tridentino según Pío V.
Yo, el Padre Celestial, hablo ahora a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está enteramente en Mi Voluntad y repite sólo palabras que vienen de Mí.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Amado pequeño rebaño, amados seguidores, amados peregrinos de cerca y de lejos Hoy habéis escuchado un evangelio especial.
Sí, amados hijos míos. Todos queréis ver milagros. Creéis sólo en lo que veis. La Sagrada Escritura se interpreta hoy como obra del hombre. Ya no se cree en ella y se está a punto de tergiversarla y cambiarla completamente. Esto es muy triste, Mis amados. ¿Toda Mi Sagrada Escritura debe ser obra del hombre? Entonces Mi Hijo Jesucristo no vino al mundo por vosotros para redimiros a todos. Todo lo que ocurrió entonces fue concebido por los hombres.
¿Es, pues, la verdadera fe actual un cuento de hadas inventado? Todo lo que ocurre en el altar es una hora de cuento de hadas y un espectáculo. El sacerdote del altar es un actor y representa muy bien su papel.
Pero sólo la Misa del Sacrificio en el Rito Tridentino contiene toda la verdad, según la cual hay que orientarse. Pero, desgraciadamente, la gente no lo cree, porque está completamente equivocada y permanece ignorante. Todas las falsedades se presentan como verdades e incluso se legalizan.
Toda mi autoridad no cree e incluso se burla de mí. Me azotan de nuevo, me coronan de espinas y me crucifican de nuevo. Esto es lo que parece hoy.
Tú, Mi pequeña, estás sufriendo un dolor insoportable, y esto desde hace once semanas. No puedes creer que esto acabará un día. Ya nadie cree en Mi Divinidad y se dirige a Mí, aunque Yo soy el Dios Poderoso, Omnisciente y Omnipotente. Todos se burlan de Mí. (Ana llora amargamente y apenas puede hablar ya, pues su dolor se hace aún más insoportable).
Yo, el gran Dios, espero la conversión de Mis sacerdotes, que todos se apartan de Mí y se entregan a las concupiscencias del mundo. Cuántas veces les he dado una gran ayuda para que puedan arrepentirse. (Ana llora sin cesar y apenas puede hablar.) Cierran sus corazones y en estos días de carnaval se introduce en la iglesia la mayor suciedad. Estas son las horas del Monte de los Olivos, hijita Mía, que ahora vives Conmigo. Mira en Mi Cruz cómo sufrí por todos vosotros y tuve que beber el cáliz que el Padre Me dio hasta el amargo final.
Ahora ha llegado el momento y todos se apartan de Mí porque no quieren cargar sobre sus hombros su propia cruz. No les parece soportable porque huyen de sus propios problemas en vez de discutirlos y resolverlos con el cielo. Pero Yo, el Padre celestial, ya no existo. He sido eliminado de la vida. En todas las demás religiones la gente corre detrás de mí y busca su salvación en las drogas y otros narcóticos para no reconocer la realidad. Reciben la Santa Comunión, el gran sacramento, indignamente, en pecado grave. Así se lo permite la Santa Sede. Se acumula pecado tras pecado y, además, se ha abolido el sacramento de la Penitencia. Uno acude a un psicoterapeuta y busca ayuda. Pero no la encuentra.
En el Monte de los Olivos he experimentado todo lo que sucede hoy en la Iglesia modernista, cómo Mis sacerdotes Me desprecian y viven esta homosexualidad. La homosexualidad es la mayor suciedad y con esta suciedad también van al altar. ¿No es esto amargo para Mí? Toda la autoridad no está dispuesta a arrepentirse. Al contrario, el oficio del Papa ha sido manipulado. Este Papa es un hereje, un anticristo. Sí, es el verdadero Anticristo. Por eso sufres intolerablemente. No puedes explicártelo, Me pides que te quite este dolor. Con cuánto gusto quisiera quitártelo. Hijo Mío, no puedo verte sufrir tanto. Mira la cruz, mira Mi cruz. Cuánto sufro, porque toda la Iglesia católica está en ruinas. No queda nada de santidad al contrario. Se tuercen los mandamientos. Se cree que se puede recibir el Santo Sacramento de la Santa Comunión en estado pecaminoso, en estado de pecado grave. Esta es la verdad de la Iglesia modernista actual. Nadie lo impide, al contrario, se sigue pecando. Continúan despreciándome. Me blasfeman. Todos Mis hijos que rezan son despreciados. Sufren por los que Me crucifican de nuevo.
Hijo Mío, pronto terminará tu sufrimiento, pronto, no del todo. Estás en las últimas etapas del sufrimiento y son amargas. Apenas puedes creer que pueda terminar porque es humanamente insoportable para ti.
Yo Soy el gran Dios y sé de todo y sufro por todo. Siempre estuviste dispuesto a cumplir Mi voluntad. Te doy las gracias, te doy las gracias por sufrir, por no rendirte. Nadie puede ayudarte más que Yo solo. El arte médico está acabado y no pueden ayudarte.
¿Qué pasa con tu pequeña banda? ¿Puedes creer en los milagros? Yo puedo hacer milagros. Pero debes hacer Mi voluntad por entero. También de Mi Catalina exijo lo máximo, lo máximo que he dicho, nada más, que cumpla completamente Mi voluntad, que Me ame, porque el amor es lo más grande. Y el amor debe crecer en la cruz y no, cuando estás bien, el amor crece. No, entonces, cuando se vuelve insoportable para ti, sólo crece el amor. Esto lo demuestras tú, hijita mía. Sí, es insoportable, lo sé. Te quiero más allá de toda medida. Te agradezco tu fidelidad, tu gratitud, once semanas has sufrido ya. Pronto habrás sufrido. Créelo.
Ahora escribirás estas objeciones por etapas. No lo harás todo de una vez. Sin Mi ayuda no conseguirás nada. Yo guiaré tus manos y también tus pies, entonces este mensaje llegará a Internet.
Quiero sacar a algunos sacerdotes del pantano en el que están metidos. Están metidos en un pozo negro, así de mal parece. Mi templo ya no es una casa de oración, no, todo es un espectáculo. Me ofrecen una obra de teatro, pero nunca una santa misa de sacrificio. No se siente nada de santidad.
Y ahora, hijita Mía, quiero llegar al final para no sobrepasarte. Te quiero, te amo, créelo En el mayor dolor Yo estoy contigo. Soportadlo, Yo os ayudo.
Y así bendigo a todos los que Me aman, que creen en Mí, que Me son fieles con Mi queridísima Madre Celestial que bendice a todos, con todos los ángeles y santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Alabado y glorificado sin fin, Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
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