Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
lunes, 28 de agosto de 2017
Mensaje de San Judas

(San Judas): Amado Hermano Carlos Tadeo, hoy vengo de nuevo a darte mi Mensaje, a bendecirte, a decirte: Te amo con todo mi Corazón, te amo con toda la Llama de Amor que Jesús y María han puesto en mi Corazón.
Soy tu protectora, soy tu guardiana, soy tu amiga, soy tu compañera. Te echo de menos, ven siempre ante Mí para abrirme tu corazón, para rezar, para entregarme todas tus dificultades, sufrimientos y problemas. Para recibir también de Mí toda la paz y todo el amor del Cielo.
Yo estoy contigo en todos los momentos de tu vida y nunca, nunca te abandono. Deseo que sigas hablando a todas las personas del gran poder del que gozo con Jesús y María en el Cielo, para que las personas se dirijan a Mí con confianza y reciban no sólo grandes gracias del Señor, sino también Su Luz, Su Espíritu Santo, Su Llama de Amor.
Querido Hermano, que sepas que una vez regresé a Jerusalén de una de mis misiones apostólicas, pasaba por la ciudad cuando fui nombrado uno de los Apóstoles del Crucificado.
Los enemigos de los cristianos, los judíos que nos perseguían, me rodearon con palos para matarme. Pero Mi Santísima Reina María, que lo sabía todo, rezó por Mí y entonces desaparecí milagrosamente ante ellos y fui colocado en el Cenáculo a salvo de aquella turba amotinada.
Sin embargo, en aquel momento en que me vi rodeado y me vi sin salida, mi Corazón sufrió una gran angustia porque no temía la muerte, sino que temía morir sin haber terminado la misión que el Señor me había confiado. Así que ofrecí a Dios mi sufrimiento por tus intenciones, para que en el futuro fueras realmente el gran Santo que la Madre de Dios desea.
Y que todas las gracias del Cielo te sean dadas para que entonces puedas cumplir tu misión con pleno amor y plena obediencia al Señor.
Sabed también que una vez, cuando recorría las ciudades de Persia predicando el Evangelio, ciertos magos y hechiceros me desafiaron invitándome a un banquete.
Al principio parecían querer la conversión, querer el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, pero lo que yo no sabía era que habían envenenado la comida que me sirvieron. Y entonces, cuando bebí aquella bebida mortal, supe que estaba envenenada y entonces, una vez más, rogué a Mi Santísima Reina que Me ayudara.
Ella vino y se Me apareció dándome la gracia de salir ileso de aquel veneno mortal. Este hecho hizo que muchos de los presentes en el banquete se convirtieran.
Pero aquellos sacerdotes permanecieron endurecidos en su paganismo y dureza de corazón. Entonces Me arrastraron fuera del lugar donde estábamos y tomaron piedras para apedrearme.
Algunos de ellos Me tocaron causándome un gran dolor. Estaba de buen humor para el Martirio y ofrecía todo esto por vosotros cuando entonces, Mi Santísima Reina se Me apareció para animarme de nuevo, para liberarme de sus manos porque todavía no había terminado Mi tarea, Mi misión.
Desaparecí ante ellos y fui puesto a salvo por Ella en otro lugar donde continué mi predicación. Todo esto, querido hermano, lo ofrecí por ti, a quien amo más que a nada. Mira cuán grande es mi amor por ti, sigue adelante, confiando siempre en el amor que te tengo y en el poder de mis méritos ante la Santísima Trinidad.
Invócalo siempre y a través de estos méritos te concederé grandes gracias, ofrécelos y pide a la Santísima Trinidad gracias a través de ellos y te serán concedidas en abundancia.
Sobre todo, avanzad amando al hijo que la misma Reina del Cielo os dio y que para vosotros será fuente de grandes e ilimitadas gracias.
Sobre todo, será el canal a través del cual tu santificación, tu perfección y tu salvación serán verdaderamente realizadas por el Señor. Y serás grande en el Reino de los Cielos llevando contigo a muchísimas almas convertidas y santificadas por los Cenáculos de Oración.
Sí, querido hermano, tienes el amor de la Santísima Virgen, es tuyo, tienes también el amor de tu amado hijo Marcos, tiene mi amor.
Por tanto, debes sentirte feliz y muy enriquecido por el Señor, porque te ha dado mucho más que a muchas generaciones del pasado y te ha favorecido mucho más que a muchos reyes y sabios del pasado.
Regocíjate en tu corazón, vibra de alegría porque tu nombre está escrito en el Cielo, está escrito en el Corazón de la Madre de Dios.
Ahora te bendigo con gran amor y derramo sobre ti mis gracias de amor».
(Marcos): «Hasta pronto, amado San Judas Tadeo».
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